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Todos los dialectos del euskara, a excepción del suletino y de algunas hablas limítrofes, poseen cinco fonemas vocálicos orales, /i/,
/e/,
/a/,
/o/,
/u/, que constituyen un sistema con tres grados de abertura (dos vocales cerradas, dos medias y una abierta) y dos órdenes de localización (dos vocales anteriores y dos posteriores; la vocal abierta es central).
El suletino -y ciertas hablas limítrofes del bajo navarro oriental- poseen además una sexta vocal [y], anterior, cerrada y labializada, escrita habitualmente como <ü> cuyo carácter fonemático es discutido. El suletino -y también el roncalés hasta su reciente extinción- posee además vocales nasales: [ ĩ ], [ ỹ ], [ ẽ ], [ ã ], [ ũ ],
resto de un doble sistema vocálico oral y nasal, resultado de la elisión de una antigua consonante nasal lene intervocálica, que también poseyeron el resto de los dialectos y que fue desapareciendo en distintas épocas (el último en desaparecer fue el del dialecto vizcaíno, en el siglo XVI y XVII).
En la actualidad, el carácter fonemático de todas estas vocales específicas del suletino es dudoso y aconseja su revisión. Por otra parte, pueden registrarse en todos los dialectos vocales alargadas, originadas por la elisión de una consonante intervocálica (fundamentalmente /ɦ/ y /ɾ/).
En términos generales, siempre ha existido una gran inestabilidad en el timbre vocálico, lo que ha motivado la aparición de frecuentes cambios (asimilación, disimilación, metátesis, etc.), favorecidos por determinados contextos fónicos (vibrantes, nasales, palatales), que tienen una distribución diatópica.
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